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lunes, 9 de febrero de 2015

La Corona de Espinas y la Sainte-Chapelle
San Luis, estadista de la Cristiandad 4

San Luis: estatua de la cripta de la Sainte Chapelle.  Fondo: capilla superior. Corona de Espinas en el relicario actual.
San Luis: estatua de la cripta de la Sainte Chapelle.
Fondo: capilla superior. Corona de Espinas en el relicario actual.
Luis Dufaur


Continuación del post anterior: El banquete de Saumur

Mientras ponía orden en Francia y preparaba la Cruzada, San Luis ejecutó un proyecto que marca a Francia hasta hoy.

En 1239, el Imperio de Bizancio consignó la Corona de Espinas a banqueros venecianos como prenda de una deuda de 135.000 libras tournois. (5).

¡La cantidad equivalía a la mitad de las entradas del reino francés en un año!

Entretanto, si comparada con los presupuestos multimillonarios de los gobiernos actuales, parece pequeña: U$ 33.446.900,00.

San Luis asumió la deuda, con la condición de que la reliquia quedase bajo la guardia de la casa real francesa, en una negociación podría ser comparada a préstamos actuales del FMI y bancos multinacionales.

Firmados los acuerdos y confirmada la autenticidad de la reliquia, ésta fue llevada a Francia por religiosos dominicanos.


El día 10 de agosto de 1239, el santo monarca, su hermano el príncipe Roberto I de Artois y el Arzobispo de Sens recibieron la Santa Corona, confirieron sus registros de autenticidad y entraron en cortejo en la ciudad de Villeneuve-l’Archevêque, en Francia.

Descalzos y vestidos con túnicas de penitentes, el rey y el príncipe trasladaron el relicario de oro y su caja de plata hasta la catedral de Sens.

San Luis carga la Corona de Espinas en la procesión hasta Notre-Dame Jules David, Paris, 1861
San Luis carga la Corona de Espinas en la procesión hasta Notre-Dame Jules David, Paris, 1861
El día 11 ellos fueron en barco hasta el castillo real de Vincennes, fuera de los muros de París, y el 18 de agosto, llevando en los hombros el incomparable símbolo de Rey de los reyes, el soberano y el príncipe penitentes entraron solemnemente en la capital en medio de aclamaciones populares.

Al día siguiente San Luis dispuso la construcción de la Sainte-Chapelle, para guardar definitivamente la sagrada reliquia, que mientras tanto quedó en la basílica de Saint-Denis. (6).

Y tomó providencias para la adquisición de siete reliquias más de la Crucifixión, entre ellas la de la Santísima Sangre de Cristo, de la Piedra que cerró el Santo Sepulcro, partes de la Santa Lanza y de la Santa Esponja.

La edificación de la Sainte-Chapelle costó 35.000 libras tournois, y el relicario de la Corona de Espinas y demás reliquias de la Pasión costaron otras 135.000, debido al oro y a las piedras preciosas empleadas.

La Sainte-Chapelle fue concebida como un relicario gigante hecho de cristal y piedra.

El movimiento de la luz a través de los inmensos vitrales cambia el colorido interno y crea una atmósfera irreal, verdaderamente sobrenatural, donde el arte más delicado y la espiritualidad más alta se funden en una sola cosa, según Bordonove.

San Luis mandó construir la Sainte Chapelle para ser relicario de la Corona de Espinas
San Luis mandó construir la Sainte Chapelle para ser relicario de la Corona de Espinas
Lo imponderable hace olvidar las formidables columnas de piedra y las inmensas puertas de la mejor madera, convidando al alma para un vuelo místico.

El pensamiento se despega de la espesa materia como que espiritualizada por el arte, para salir como un cohete hacia el Cielo.

En la Sainte-Chapelle los valores culturales y espirituales asumen la piedra y la materia como el alma se une al cuerpo.

Que nadie se engañe, concluye el referido historiador: San Luis está presente en la Sainte-Chapelle, no porque las flores de lis de Francia y los castillos de Castilla – símbolos de su blasón – llenen los muros, sino porque en la Sainte-Chapelle late el alma del santo estadista.

La Sainte-Chapelle es la capilla del Palacio Real y, junto con sus reliquias, pertenecía a la Corona, y no a la Iglesia, asentando alianza entre el Rey de los Cielos y el rey de Francia.

La Corona de Cristo legitimaba la Corona de Francia, su vasalla por excelencia en esta Tierra, y ambas se unían como los dos lados de una misma medalla.

“En el lenguaje de los liturgistas, la Corona de Espinas se tornó una prenda de Dios confiada al pueblo francés. Dios había prendado su Corona al rey de Francia hasta el día del Juicio Final, cuando Jesucristo en persona vendría a golpear en la puerta del Palacio Real de París para recobrar la posesión de la corona de Su Reino”. (7)

Hasta el fin del mundo, la monarquía francesa sería la guardiana de la Corona con que el Redentor juzgará a la humanidad y cerrará la Historia.



Las reliquias fueron definitivamente instaladas en la capilla consagrada el 26 de abril de 1248. A pedido de San Luis, fue instituida una fiesta litúrgica el 11 de agosto para conmemorar la llegada de la Santa Corona a Francia.

Dos meses después de la consagración, el Santo Rey partió para su mayor campaña: las Cruzadas

Continua en el próximo post: “Resurrección” y Cruzada



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